"Lo Fueguino" en el diván | Portal La TDF

"Lo Fueguino" en el diván

Por Martín Rizzo: A ningún habitante de Tierra Del Fuego escapa la sensación de vivir en una condición extraordinaria. Las particularidades de nuestra provincia imprimen marcas identitarias que tienen rasgos singulares. El hecho de estar al extremo en el mapa, las cuestiones climáticas, la condición insular, las regulaciones legales que no encontramos en el resto del territorio nacional y el crisol de tonadas que escuchamos a diario, son algunas de las singulares características que podemos mencionar al momento de plantear el tema de la identidad fueguina.
Es muy corriente escuchar a compatriotas decirnos: “No sé cómo hacés para vivir ahí”; “para ir de visita un par de días está bueno, pero yo no podría soportar el frío o estar lejos de mi familia y amigos”; etc.
Se trata de una cuestión que se imprime en el habitante de esta zona y que los isleños seguramente negocian con su propia experiencia personal. Otro tanto, seguramente, ocurre con la experiencia grupal o colectiva. Es por ello que la identidad fueguina es un tema importante y sobre el que convendría iniciar un debate que nos ayude a pensarnos como región.

El psicoanalista francés Jacques Lacan acuñó el término extimidad para referirse a aquel punto de la subjetividad en que se reúne lo externo con lo interno, lo exterior o extranjero con lo más íntimo y propio. Esta intimidad en la que se inmiscuye lo exterior es propia de todo ser humano en tanto ser hablante. Podemos decir que si accedimos a la palabra es porque alguna vez ésta nos fue dirigida; podemos a su vez agregar que con el nombre propio pasa lo mismo, éste es un trazo que nos define y que marca nuestra identidad, pero que no lo elegimos, sino que nos es dado de manera inconsulta, desde afuera, cuando nuestros padres deciden llamarnos de una forma y no de otra.

¿Qué ocurre si pasamos al plano social? Quizá este término nos sirva para esbozar algunos de esos rasgos del “ser fueguino”. Parecería ser que Tierra Del fuego es un lugar donde lo propio o lo local negocia constantemente con lo llegado de afuera. La extimidad en tanto concepto para pensar cuestiones del sujeto y de su identidad singular también puede ser puesta a funcionar a la hora de abordar la identidad colectiva.

En el plano social, esta articulación de lo extranjero con lo propio, puede hacer referencia a la cuestión identitaria de un pueblo, o para ser más precisos, al plano de lo que podría ser la identidad colectiva, la pertenencia a un lugar, la importancia que conlleva poder nombrarse como parte de un país, de una provincia o de una ciudad.

Tomemos como ejemplo el fenómeno de la diversidad étnica existente en Tierra Del Fuego. Si bien la encontramos ya a nivel nacional, cuando hablamos de las grandes oleadas de inmigrantes que arribaron hace tiempo para poblar el país junto a aquellos que ya estaban desde antes, en Tierra Del Fuego tenemos condiciones similares para pensar que en la extensión de una misma nación se redobla la citada experiencia. De este modo, el “nosotros” fueguino aparece ya sobre las marcas de la historia del país.

Existe una frase que algunos han atribuido a Borges y que más o menos expresa que: “Si la humanidad desciende de los monos, entonces los argentinos descendemos de los barcos”. Si esto es así, es factible que con nuestra brújula, más austral aún en este caso, suceda algo similar y que lo encontremos cuando escuchamos cotidianamente hablar del “norte”.

Si vamos un poco más allá, bien podríamos preguntarnos: ¿Si los argentinos descienden de los barcos, los fueguinos descendemos de los aviones? Está claro que con esto no estaríamos haciendo justicia a quienes nacieron en la provincia, pero sí daríamos cuenta del fenómeno migratorio que tanto peso tiene a la hora de pensar la identidad fueguina.

Uno podría pensar que es extraño que aquel que es parte de un conjunto no pueda pronunciar el “nosotros” de su pertenencia, ¿será ello causa -entre otras cosas- de que siempre hay que mirar al vecino “norte” para compararse? No podemos negar que muchas veces pensamos que “esto que me pasa acá, no me pasaba en el norte”.

Es por eso que no podemos perder de vista que la pertenencia no sólo está dada por vivir un determinado tiempo en un lugar, sino que también es necesario que a ello se le añada una cierta implicación, una forma de posicionarse, una determinación en la que existan la intencionalidad y el gesto que permiten nombrarse como parte de un “nosotros”. Queda justamente en ese “nosotros” encontrar las formas de hacer algo con lo que nos acontece como sociedad, a los fines de favorecer ese lazo social que muchas veces se ve afectado en lo cotidiano, que no deja de tener alguna relación con la pertenencia y por lo tanto con la identidad en su aspecto más amplio.

Cuando uno pertenece a un país que ha sido marcado con un fuerte proceso migratorio, es más difícil encontrar un “nosotros” más o menos consistente. A su vez, cuando uno pertenece a una provincia en la que de algún modo se reedita la situación del país, la cuestión se redobla.

Un punto importante podría estar dado por la posibilidad de reflexionar que para que algo dependa de “nosotros”, posiblemente debamos encontrar la forma de nombrar tal conjunto, y así del mismo modo situarnos en él. Tal vez de esta forma algunos caminos puedan allanarse en lo que a la constitución del lazo social y a la identidad colectiva refiere.

Así, la extimidad, ese encuentro de opuestos y compulsas, nos llega como una figura más que interesante para llevar “lo fueguino” al diván y pensar una temática tan fundamental como lo es la cuestión de la identidad regional.

Martín M. Rizzo es Licenciado en Psicología y Miembro del Instituto de Estudios Fueguinos (IEF).

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