Con el apoyo del Ministerio de Ciencia, un equipo interdisciplinario de docentes, estudiantes y graduados de la Universidad de Buenos Aires (UBA) presentó un biosensor de contaminantes en la competencia mundial llevada a cabo en Boston, que fue reconocido como mejor modelo teórico.
Durante la edición 2013 de la competencia mundial de biología sintética organizada por la fundación IGEM (International Genetically Engineered Machine), en Boston, Estados Unidos, el proyecto fue premiado como mejor modelado teórico, galardón que se convirtió en la primera distinción para un equipo de América Latina.
Utilizando herramientas de biología sintética, el proyecto consistió en el diseño de un prototipo para detectar arsénico en agua. El equipo de trabajo fue liderado por Alejandro Nadra, investigador del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet) y docente en la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA, junto a un grupo de trabajo integrado por egresados y estudiantes de diversas carreras, entre ellas biología, ciencias de la computación, física, química y diseño industrial, quienes comenzaron a principios de año a trabajar en la iniciativa.
Sobre el surgimiento de la idea, Nadra relató que “nos dimos cuenta que disponíamos de la biotecnología para hacer un biosensor barato, fácil de usar, orientado a una problemática regional y con alto impacto social”. “Luego de armar el equipo, evaluamos distintos contaminantes y poblaciones afectadas y nos terminamos convenciendo de censar arsénico, entre otros motivos porque teníamos cómo medirlo en el laboratorio y porque es el principal contaminante natural que vuelve no potable al agua que consumen cerca de 4.000.000 de argentinos”, explicó.
Argentina es uno de los países con más arsénico en sus napas, situación que comparte con Estados Unidos e India, donde la población expuesta al contaminante es muy alta. En nuestro país, la región centro y norte presenta concentraciones de arsénico en sus napas. El conocimiento de los niveles de arsénico puede reorientar los hábitos de consumo, desplazando los pozos, haciéndolos más profundos y evidenciar la necesidad de un sistema de filtrado para potabilizar el agua.
El dispositivo desarrollado, llamado SensAr, es económico y fácil de usar por lo que sus resultados pueden ser interpretados sin necesidad de contar con una formación específica. Al respecto, Nadra señaló que “hicimos la prueba en el laboratorio y funcionó, ahora estamos haciendo el prototipo pensando en cómo escalarlo con un grupo de diseñadores con los que colaboramos”. “Ya tenemos un modelo físico del dispositivo, pero todavía no compaginamos la parte biológica con la carcasa”, añadió.
Sobre su utilización, el investigador manifestó que “el usuario debería colocar unas gotas del agua a evaluar en un pocillo y agua limpia en los pocillos de referencia. Luego de unas horas, los pocillos desarrollan un nivel de color proporcional al nivel de arsénico: blanco si el agua tiene niveles tolerables o ausencia de arsénico, rosa si el agua tiene niveles intermedios y rojo si el agua es no-potable. Idealmente, alcanzará con un instructivo basado en imágenes para hacer las mediciones. Debería ser tan simple como un test de embarazo o uno de cloro para piletas”.
Además se prevé, con pequeñas modificaciones, poder utilizar el mismo dispositivo para detectar otro tipo de contaminantes como plomo, cianuro, nitritos y nitratos.
Gracias al apoyo del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva, el equipo pudo viajar en primera instancia a la competencia regional Latinoamérica, desarrollada en octubre en Santiago de Chile, donde el proyecto obtuvo el segundo puesto, medalla de oro y la clasificación a la competencia mundial. El financiamiento también permitió que tres estudiantes y un supervisor viajaran para presentar el proyecto en la sede del Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT) en Boston.
“Clasificar para la competencia mundial y obtener una medalla de oro era nuestro deseo realista de máxima. La competencia es altamente competitiva, donde participan equipos de las mejores universidades del mundo con años de trayectoria en líneas de biología sintética. En ese contexto, quedar ternados en la final era un sueño con pocas chances de realizarse, pero ver los enormes avances que hemos hecho en unos pocos meses nos llena de entusiasmo y optimismo”, concluyó Nadra.
¿Qué es la biología sintética?
Es una nueva disciplina que articula ingeniería, biología y química con la intención de modificar y utilizar organismos vivos como biomáquinas para que puedan desempeñar funciones que no existen en la naturaleza.
Durante la edición 2013 de la competencia mundial de biología sintética organizada por la fundación IGEM (International Genetically Engineered Machine), en Boston, Estados Unidos, el proyecto fue premiado como mejor modelado teórico, galardón que se convirtió en la primera distinción para un equipo de América Latina.
Utilizando herramientas de biología sintética, el proyecto consistió en el diseño de un prototipo para detectar arsénico en agua. El equipo de trabajo fue liderado por Alejandro Nadra, investigador del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet) y docente en la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA, junto a un grupo de trabajo integrado por egresados y estudiantes de diversas carreras, entre ellas biología, ciencias de la computación, física, química y diseño industrial, quienes comenzaron a principios de año a trabajar en la iniciativa.
Sobre el surgimiento de la idea, Nadra relató que “nos dimos cuenta que disponíamos de la biotecnología para hacer un biosensor barato, fácil de usar, orientado a una problemática regional y con alto impacto social”. “Luego de armar el equipo, evaluamos distintos contaminantes y poblaciones afectadas y nos terminamos convenciendo de censar arsénico, entre otros motivos porque teníamos cómo medirlo en el laboratorio y porque es el principal contaminante natural que vuelve no potable al agua que consumen cerca de 4.000.000 de argentinos”, explicó.
Argentina es uno de los países con más arsénico en sus napas, situación que comparte con Estados Unidos e India, donde la población expuesta al contaminante es muy alta. En nuestro país, la región centro y norte presenta concentraciones de arsénico en sus napas. El conocimiento de los niveles de arsénico puede reorientar los hábitos de consumo, desplazando los pozos, haciéndolos más profundos y evidenciar la necesidad de un sistema de filtrado para potabilizar el agua.
El dispositivo desarrollado, llamado SensAr, es económico y fácil de usar por lo que sus resultados pueden ser interpretados sin necesidad de contar con una formación específica. Al respecto, Nadra señaló que “hicimos la prueba en el laboratorio y funcionó, ahora estamos haciendo el prototipo pensando en cómo escalarlo con un grupo de diseñadores con los que colaboramos”. “Ya tenemos un modelo físico del dispositivo, pero todavía no compaginamos la parte biológica con la carcasa”, añadió.
Sobre su utilización, el investigador manifestó que “el usuario debería colocar unas gotas del agua a evaluar en un pocillo y agua limpia en los pocillos de referencia. Luego de unas horas, los pocillos desarrollan un nivel de color proporcional al nivel de arsénico: blanco si el agua tiene niveles tolerables o ausencia de arsénico, rosa si el agua tiene niveles intermedios y rojo si el agua es no-potable. Idealmente, alcanzará con un instructivo basado en imágenes para hacer las mediciones. Debería ser tan simple como un test de embarazo o uno de cloro para piletas”.
Además se prevé, con pequeñas modificaciones, poder utilizar el mismo dispositivo para detectar otro tipo de contaminantes como plomo, cianuro, nitritos y nitratos.
Gracias al apoyo del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva, el equipo pudo viajar en primera instancia a la competencia regional Latinoamérica, desarrollada en octubre en Santiago de Chile, donde el proyecto obtuvo el segundo puesto, medalla de oro y la clasificación a la competencia mundial. El financiamiento también permitió que tres estudiantes y un supervisor viajaran para presentar el proyecto en la sede del Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT) en Boston.
“Clasificar para la competencia mundial y obtener una medalla de oro era nuestro deseo realista de máxima. La competencia es altamente competitiva, donde participan equipos de las mejores universidades del mundo con años de trayectoria en líneas de biología sintética. En ese contexto, quedar ternados en la final era un sueño con pocas chances de realizarse, pero ver los enormes avances que hemos hecho en unos pocos meses nos llena de entusiasmo y optimismo”, concluyó Nadra.
¿Qué es la biología sintética?
Es una nueva disciplina que articula ingeniería, biología y química con la intención de modificar y utilizar organismos vivos como biomáquinas para que puedan desempeñar funciones que no existen en la naturaleza.
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