Memolli: la cooperación latinoamericana en el conocimiento científico y el cuidado ambiental de la Antártida es prioridad | Portal La TDF

lunes, 15 de julio de 2013

Memolli: la cooperación latinoamericana en el conocimiento científico y el cuidado ambiental de la Antártida es prioridad

El titular de la DNA, Mariano Memolli, resaltó el rol de Unasur en incrementar la cooperación científica, logística y ambiental con signatarios del Tratado Antártico, como Uruguay, Brasil, Ecuador, Perú, Chile y ahora Colombia y Venezuela. Se celebran reuniones anuales para alinear objetivos.
"Muy importante es la Unasur, porque no vemos a la Antártida como un continente dedicado a la defensa sino a la paz. Lo que ocurre es que las Fuerzas Armadas son un buen elemento para apoyar a la ciencia, ése es el otro gran cambio. O sea, antes era la logística por la logística. Ahora es la logística apoyando el conocimiento científico y el cuidado ambiental", sostuvo el titular de la Dirección Nacional del Antártico al semanario Miradas al Sur.
Destacó que se busca incrementar todo lo que se pueda la cooperación y para ello se creó en el ámbito latinoamericano la Rapal (Reunión de Administradores de los Programas Antárticos Latinoamericanos) en donde no sólo se habla de logística y administración de programas, sino de ciencia, protección ambiental y de los intereses comunes que tiene la región para la Antártida y sus océanos.

Argentina comparte con Chile el 57% de sus recursos hídricos, encontrándose gran parte de ellos en los hielos de Tierra del Fuego, según Marcelo Novillo en el estudio Recursos Hídricos compartidos entre la Argentina y Chile. Adicionalmente, el 97% del agua dulce del mundo se encuentra en la Antártida, según la DNA.

El texto completo de la entrevista:

–Respecto del fenómeno más visible del calentamiento global, esto es, el derretimiento de glaciares milenarios, ¿cómo evalúa la DNA este suceso?
–El cambio climático global existe, es un fenómeno por el cual comenzó a perderse el hielo de los dos polos. Está mucho más acentuado en el polo norte, sobre todo en Groenlandia, y en la Antártida. Donde más se nota el cambio climático global es en las Islas Shetland del Sur y la Península Antártica misma. Son los lugares que más se están derritiendo. Hay bastantes cifras sobre la cantidad de hielo que se pierde, pero más o menos son dos gigatoneladas de hielo por año. La barrera Larsen y Fischner son las barreras que se rompieron últimamente y que perdieron una cantidad de hielo increíble.

–¿Qué consecuencias trae ese fenómeno para la Antártida?
–Para la Antártida todavía no trae una consecuencia directa, pero lo que sí se observa es que aparecen nuevas especies, vegetales. Una de las cosas que hay que ver bien y que se está estudiando mucho desde el Instituto Antártico Argentino, es cómo impacta el cambio de la salinidad de los océanos en el ecosistema marino. O sea tenemos una serie de cambios y de alteraciones en el mundo que son muy relevantes. Por un lado, está el cambio climático global, la pérdida de hielo, la disminución del frío, puede haber cambios en la cota del mar, pudiendo aumentar el nivel. Pero este fenómeno todavía no se conoce muy bien, porque no se sabe cómo la tierra va a absorber esa masa de agua y por otra parte va a empezar a haber tierra en lugares donde no había, donde había hielo. Se van a empezar a descubrir islas, va a cambiar el clima. En concreto, puede cambiar la economía regional de los países. El otro punto es qué va a pasar con los ecosistemas marinos. La población mundial creció en unas proporciones importantes y se necesita alimento y mucha gente lo está sacando del mar.

–Entiendo que en la zona sur se pesca mucho ahora el krill, ¿no?
–Se está pescando muchísimo krill. Y si bien los países miembros del Tratado Antártico y otros se adhieren a la Convención para los Recursos Vivos Marítimos Antárticos, haciendo que se regulen las pescas, sigue habiendo pesca muy alta de los recursos, casi extinguiendo la merluza negra, por ejemplo.

–¿Qué consecuencias puede traer para los ecosistemas la pesca del krill?
–Bueno, puede alterar mucho la cadena alimentaria. O sea algunas especies se quedan sin alimento y habría menos éxito reproductivo, siendo una de ellas, la más importante, la ballena. También puede haber cambios en el alimento del krill, que es el fitoplancton, que son las algas microscópicas que están en el mar y que producen un intercambio de aire y dióxido de carbono con la atmósfera similar al del sistema amazónico. Entonces, si hay un cambio en la salinidad, son organismos muy sensibles que podrían tener alteración, pudiendo modificarse en varios puntos en la cadena alimentaria, la cual es una cadena lábil, que en cualquier momento se puede romper. Si nosotros generamos, a parte del cambio climático, una explotación desmesurada, estamos poniendo en riesgo todo un sistema que es el de los océanos australes. Por eso se están implementando áreas marinas protegidas.

–¿Cómo compatibilizar la necesidad de desarrollo y al mismo tiempo la conservación en zonas como el Atlántico Sur y la Antártida?
–En la Antártida no se plantea la explotación de nada todavía, eso está tácitamente prohibido por el Tratado Antártico. Por otro lado, existe en el Atlántico Sur la idea de conservación. Entonces, ¿cómo hacerlo sustentable? Con conciencia, con investigaciones, con monitoreo, con censos de especies marinas, para poder saber cuánto es lo que se autoriza a pescar. Alimento no falta, lo que falta es redistribución.

Unasur

–¿Cómo se plantea la integración con países suramericanos desde la DNA?
–Hay dos niveles de cooperación para nuestro país. El nivel suramericano es el prioritario, establecido por un decreto presidencial, en el cual el objetivo es incrementar todo lo que se pueda la cooperación científica, logística y ambiental con los países latinoamericanos. Los países que tienen el carácter de signatarios del Tratado Antártico son seis, dicho en círculo: Uruguay, Brasil, Ecuador, Perú, Chile y Argentina. Ahora se suman Venezuela y Colombia a este grupo de países interesados por la Antártida y tenemos una reunión anual, que es la Rapal (Reunión de Administradores de los Programas Antárticos Latinoamericanos) en donde no sólo hablamos de logística y administración de programas, sino que se habla de ciencia, protección ambiental y de los intereses comunes que tiene la región para la Antártida y sus océanos. Entonces, nos juntamos de todos los niveles y ahí discutimos cuáles son nuestros intereses. Y estamos respaldándonos mucho los países latinoamericanos, entonces ya se está instalando que por ejemplo en las reuniones dirigenciales que hay de todo el Sistema del Tratado Antártico, siempre esté representada Latinoamérica. Entonces, el resto de los países a veces es reticente, se acomoda mal a esto. Pero, por ejemplo, siempre hemos visto que la Unión Europea vota en bloque y los disensos son mínimos. Entonces empezamos a preparar nosotros también cuáles son los intereses comunes. Y si tenemos alguna visión diferente entre los latinoamericanos, lo hablamos previamente y solucionamos el problema. Entonces se maneja de esa forma, de una forma más que civilizada, y realmente es interesantísimo porque la evolución de los gobiernos democráticos después de los gobiernos militares significó una disminución de las tensiones. Yo llevo 25 años en esta actividad y antes, en las reuniones, uno veía cierta desconfianza con el otro por esa cuestión de “no te voy a mostrar todo lo que tengo”, siendo que ahora, con la actual integración, pasan cosas que no solamente son políticas sino que son a nivel popular.
Hay una convergencia de intereses por parte de los países latinoamericanos en la actualidad y respaldada por una estructura como el Consejo Sudamericano de Defensa, la Unasur o la Celac. Muy importante es la Unasur, porque no vemos a la Antártida como un continente dedicado a la defensa sino a la paz. Lo que ocurre es que las Fuerzas Armadas son un buen elemento para apoyar a la ciencia, ése es el otro gran cambio. O sea, antes era la logística por la logística. Ahora es la logística apoyando el conocimiento científico y el cuidado ambiental.

–Y las Fuerzas Armadas de la Argentina, ¿tienen un rol en lo científico?
–En lo científico no, en el apoyo a lo científico. Igualmente desarrollan algunas cuestiones técnicas, como las energías alternativas o la eficiencia energética en las construcciones, que es algo de primer nivel. Y hay una buena integración con los científicos. Por eso, digo, la evolución del pensamiento democrático no solamente tiene que ser una forma de gobierno, tiene que ser un pensamiento, una cuestión filosófica. Entonces que todos entiendan esta filosofía y el rol que le compete a cada uno es lo que hace posible llevar a mejoras científicas. La armada chilena y la Armada Argentina tienen una patrulla naval combinada para apoyo a la protección ambiental, prevención de la accidentología, ocupándose también de cuestiones sanitarias, traslados, evacuaciones, y lleva 20 años más o menos esta política conjunta entre dos armadas, que hacen ejercicios conjuntos, llamados Patrulla Antártica Naval Combinada, y patrullan por la protección ambiental en la Antártida. Es realmente muy alentador para la región comenzar así en temas antárticos, porque se cambian viejas ideas. Nadie sabe que a inicios de la década de 1950 el presidente Ibáñez del Campo y el presidente Perón firmaron un acuerdo por el tema de la Antártida, en el que los dos países se reconocían mutua soberanía en lo que no estaba superpuesto en el reclamo y se comprometían a una solución pacífica en lo que estaba solapado. Y en ese mismo tratado, no reconocen a ninguna otra potencia o país con pretensiones sobre la Antártida que no sea del Hemisferio Sur, porque le pertenece a este hemisferio. Es de avanzada eso. Y hace cuatro años atrás, las dos Cámaras de Diputados lo ratificaron. Se juntaron en Base Frei, no llegaron a la Base Carlini por la meteorología, y ratificaron el acuerdo. Entonces yo veo en estos avances una condición futura muy prometedora.

–Bueno, eso plantea una pregunta inevitable, ¿cómo ve la militarización de Malvinas, esta enorme base que hay en Isla Soledad, donde se estima que hay entre 1.500 y 2.000 soldados de la OTAN, silos nucleares, etc.?
–Nosotros lo que queremos es el diálogo. Ahora, ¿cómo responde Argentina? Reforzando su conocimiento científico, la cooperación internacional y generando políticas científicas. El Reino Unido responde con armas, con más soldados, con naves militares, con pretensiones de una explotación que pueda contaminar el Atlántico Sur. Esa es la diferencia entre el colonialismo y la potestad para Suramérica de lo que le corresponde. Nosotros teníamos una base en las islas Sándwich del Sur, que era la base Corbeta Uruguay del archipiélago Tule, que fue dinamitada y destruida por el Reino Unido como último acto de la guerra de Malvinas. Y no tenía armas, era una base científica. Nunca la protestó el Reino Unido esa base, pero la tomaron y la dinamitaron en medio de unos pingüineros. ¿Cómo uno va a poder hacer proyectos multinacionales para generar áreas marinas especialmente protegidas y mientras tanto incrementar la capacidad militar en una zona que se sabe que es ilegal? ¿Y ni siquiera hay un diálogo? La excusa de la guerra no es creíble. La excusa del derecho de autodeterminación que esgrime erróneamente el Reino Unido es para los kelpers, pero no es para los irlandeses. Y no nos llevamos mal entre los británicos y los argentinos a nivel Antártida, porque justamente manifestamos nuestro derecho de cumplir con las resoluciones de las Naciones Unidas y favorecemos el dialogo y la integración entre los pueblos. De pronto, hay científicos británicos que pueden ir a una base argentina o viceversa y producimos algo en conjunto. Eso habla de que muchas veces los pueblos se juntan y la dirigencia los separa. Nuestro gobierno propicia la unión. Está claro que esto es así. Ahora, si del otro lado lo que les preocupa a las autoridades británicas es la ocupación militar, nosotros no vamos a responder con agresiones.

–En la relación Argentina y China pareciera que se diera otro tipo de relación, basada en la cooperación...
–Lo que pasa es que hay una vinculación estratégica a nivel de gobiernos en lo general. No nos pasa inadvertido que China incrementó notablemente sus inversiones en la Antártida y le dedica mucho a este tipo de inversión. Pero eso no quita que tengamos contacto con todos los países. Aparte de que tenemos la visión conjunta entre Argentina y China respecto de la posición colonialista de quiénes ocupan posiciones que no les corresponden. China apoya a la Argentina en su reclamo de Malvinas. Como nosotros hablamos de una sola China integrada. Entonces, hay una unión estratégica que va más allá de lo científico.

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