El 2 de Abril se recuerda la memoria de los caídos en la heroica gesta de Malvinas, lo que reafirma que se trata de una causa justa. Es el reclamo argentino por una parte indivisible de nuestro territorio, ocupado ilegalmente por una potencia colonialista. La lucha por nuestra soberanía en Malvinas es parte de la lucha contra el colonialismo, que en si mismo es un crimen de lesa humanidad.
Nadie discute hoy nuestro justo reclamo de soberanía, que la República Argentina mantiene sobre las Islas desde 1833. Pero eso nada tiene que ver con el oscuro objetivo de la Junta Militar y del intento posterior de eludir la autocrítica de la derrota, de la que nadie quiso hacerse cargo en su momento.
El genocidio iniciado por los militares y sus socios civiles con el golpe de Estado del 24 de Marzo de 1976, continuó en Malvinas. En Malvinas, los militares cometieron aberraciones denunciadas por quienes las sufrieron en carne propia: tortura física y psicológica; traición.
Con alguna que otra excepción, sólo la valentía y capacidad técnica de los pilotos de la Fuerza Aérea quedan fuera de estas calificaciones.
Durante la guerra, los soldados conscriptos no sólo tuvieron que combatir al enemigo, sino al hambre, el frío y la inaudita incompetencia, cobardía y crueldad de sus propios jefes militares.
Al finalizar los combates, las autoridades, se comportaron como si los conscriptos fuesen los únicos responsables de la derrota. Hubo un acuerdo tácito para olvidar la guerra, esconder a los que regresaban y borrar de las mentes lo vivido. La desmalvinización fue la torpe reacción ante la deshonrosa rendición militar.
La causa de Malvinas e Islas del Atlántico Sur es inclaudicable.
Malvinas constituye la base extranjera más grande de América Latina. Una vez más, como lo hacemos y lo haremos siempre, vamos a seguir reclamando el diálogo contra la militarización del Atlántico Sur.
Malvinizar nuestra historia es el verdadero sentido de este recordatorio, cuyo significado es una nacionalidad con conciencia antimperialista, una nacionalidad que busca en el diálogo y no en la militarización, el camino del reencuentro y de la soberanía Latinoamericana.
Reafirmamos –asimismo- la política implementada por Néstor y Cristina, que reconocieron los derechos de los combatientes y que volvieron a instalar “Malvinas”, no solamente como una cuestión nacional, sino como una cuestión internacional, de lucha contra el colonialismo.
Celebramos el logro de nuestro anterior gobierno de haber conseguido el reconocimiento de Naciones Unidas de más de un millón setecientos mil kilómetros cuadrados de territorio, que incluyen Malvinas, las Islas Georgias y la Antártida.
Repudiamos el comunicado conjunto, firmado el 13 de Septiembre de 2016 (ver), entre nuestra Cancillería y la del Reino Unido de la Gran Bretaña, que invoca una agenda de entrega. En el capítulo referido al Atlántico Sur se soslaya la controversia de soberanía y se acuerda "remover todos los obstáculos que limiten el crecimiento económico y el desarrollo sustentable de las Islas Malvinas, incluyendo pesca, navegación e hidrocarburos". Esto presupone el levantamiento de todas las medidas administrativas, legislativas y judiciales que ha tomado la República Argentina para proteger sus recursos naturales frente a la explotación ilegal de nuestra pesca e hidrocarburos.
Repudiamos –asimismo- la instalación de Bases Militares en nuestro Territorio Nacional, lo que implica pérdida de soberanía.
Al Gobierno argentino -que sufre la tentación de inclinarse ante los poderosos - no le cabe otra cosa que cumplir con el mandato constitucional que establece que la recuperación de las Islas Malvinas y "el ejercicio pleno de la soberanía son objetivos irrenunciables del pueblo argentino".
AGRUPACIÓN PERONISTA NÉSTOR CARLOS KIRCHNER
Nadie discute hoy nuestro justo reclamo de soberanía, que la República Argentina mantiene sobre las Islas desde 1833. Pero eso nada tiene que ver con el oscuro objetivo de la Junta Militar y del intento posterior de eludir la autocrítica de la derrota, de la que nadie quiso hacerse cargo en su momento.
El genocidio iniciado por los militares y sus socios civiles con el golpe de Estado del 24 de Marzo de 1976, continuó en Malvinas. En Malvinas, los militares cometieron aberraciones denunciadas por quienes las sufrieron en carne propia: tortura física y psicológica; traición.
Con alguna que otra excepción, sólo la valentía y capacidad técnica de los pilotos de la Fuerza Aérea quedan fuera de estas calificaciones.
Durante la guerra, los soldados conscriptos no sólo tuvieron que combatir al enemigo, sino al hambre, el frío y la inaudita incompetencia, cobardía y crueldad de sus propios jefes militares.
Al finalizar los combates, las autoridades, se comportaron como si los conscriptos fuesen los únicos responsables de la derrota. Hubo un acuerdo tácito para olvidar la guerra, esconder a los que regresaban y borrar de las mentes lo vivido. La desmalvinización fue la torpe reacción ante la deshonrosa rendición militar.
La causa de Malvinas e Islas del Atlántico Sur es inclaudicable.
Malvinas constituye la base extranjera más grande de América Latina. Una vez más, como lo hacemos y lo haremos siempre, vamos a seguir reclamando el diálogo contra la militarización del Atlántico Sur.
Malvinizar nuestra historia es el verdadero sentido de este recordatorio, cuyo significado es una nacionalidad con conciencia antimperialista, una nacionalidad que busca en el diálogo y no en la militarización, el camino del reencuentro y de la soberanía Latinoamericana.
Reafirmamos –asimismo- la política implementada por Néstor y Cristina, que reconocieron los derechos de los combatientes y que volvieron a instalar “Malvinas”, no solamente como una cuestión nacional, sino como una cuestión internacional, de lucha contra el colonialismo.
Celebramos el logro de nuestro anterior gobierno de haber conseguido el reconocimiento de Naciones Unidas de más de un millón setecientos mil kilómetros cuadrados de territorio, que incluyen Malvinas, las Islas Georgias y la Antártida.
Repudiamos el comunicado conjunto, firmado el 13 de Septiembre de 2016 (ver), entre nuestra Cancillería y la del Reino Unido de la Gran Bretaña, que invoca una agenda de entrega. En el capítulo referido al Atlántico Sur se soslaya la controversia de soberanía y se acuerda "remover todos los obstáculos que limiten el crecimiento económico y el desarrollo sustentable de las Islas Malvinas, incluyendo pesca, navegación e hidrocarburos". Esto presupone el levantamiento de todas las medidas administrativas, legislativas y judiciales que ha tomado la República Argentina para proteger sus recursos naturales frente a la explotación ilegal de nuestra pesca e hidrocarburos.
Repudiamos –asimismo- la instalación de Bases Militares en nuestro Territorio Nacional, lo que implica pérdida de soberanía.
Al Gobierno argentino -que sufre la tentación de inclinarse ante los poderosos - no le cabe otra cosa que cumplir con el mandato constitucional que establece que la recuperación de las Islas Malvinas y "el ejercicio pleno de la soberanía son objetivos irrenunciables del pueblo argentino".
AGRUPACIÓN PERONISTA NÉSTOR CARLOS KIRCHNER
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