La Dirección de Salud Mental realizó un curso-taller sobre “Uso prudente de psicofármacos”, destinado a los equipos de salud. La capacitación se desarrolló en dos jornadas y tuvo lugar en el Centro de Salud N° 7 de Río Grande.
La médica psiquiatra María de los Ángeles Rodera explicó que el curso se centró principalmente en el uso de benzodiacepinas “que son las drogas más consumidas, como sedantes o hipnóticos, y a veces se indican y utilizan de manera indiscriminada y sin un diagnóstico adecuado”.
Las benzodiazepinas son medicamentos psicotrópicos que actúan sobre el sistema nervioso central, con efectos sedantes, hipnóticos, ansiolíticos, anticonvulsivos, amnésicos y miorrelajantes. Comúnmente se las conoce por los nombres de Diazepam, Lorazepam, Clorazepam, entre otros.
“Si bien son medicamentos de venta bajo receta, muchas veces vuelven a prescribirse sin un adecuado control de por qué se indicaron”, comentó la profesional, y detalló que por ese motivo “estamos trabajando en lo que serían las indicaciones más precisas, cuándo realmente se requieren y que ante determinados trastornos se utilicen otras técnicas que no sean farmacológicas”.
La doctora contó que “estas medicaciones cada vez se utilizan más en los problemas de la vida diaria cuando su uso debería circunscribirse exclusivamente ante un diagnóstico determinado”, y atribuyó este fenómeno a “la presión de la industria farmacéutica y la cultura de la inmediatez, donde se tolera muy poco el sufrimiento y los tiempos de determinados procesos”.
“Ante malestares de la vida cotidiana”, como puede ser una crisis de pareja, una situación laboral desfavorable o un duelo, “parecería que la respuesta tiene que ser calmar rápidamente el síntoma”, evaluó Rodera y alertó que “muchas veces estas personas que han sido medicadas por alguna situación de estas características pasan años tomando estas medicaciones”.
La psiquiatra explicó que “hoy se sabe que el uso de benzodiacepinas no debería indicarse por más de uno o dos meses”, debido a que “su consumo genera una dependencia psicológica y física y una serie de trastornos que hacen que sea muy difícil su deshabituación”.
“Más allá del uso prudente de psicofármacos también hablamos de los riesgos de la medicalización de la vida cotidiana”, contó Rodera, y adelantó que “tenemos pensado trabajar a lo largo del año con algunos otros fármacos que también podrían entrar dentro de esta problemática”.
La médica psiquiatra María de los Ángeles Rodera explicó que el curso se centró principalmente en el uso de benzodiacepinas “que son las drogas más consumidas, como sedantes o hipnóticos, y a veces se indican y utilizan de manera indiscriminada y sin un diagnóstico adecuado”.
Las benzodiazepinas son medicamentos psicotrópicos que actúan sobre el sistema nervioso central, con efectos sedantes, hipnóticos, ansiolíticos, anticonvulsivos, amnésicos y miorrelajantes. Comúnmente se las conoce por los nombres de Diazepam, Lorazepam, Clorazepam, entre otros.
“Si bien son medicamentos de venta bajo receta, muchas veces vuelven a prescribirse sin un adecuado control de por qué se indicaron”, comentó la profesional, y detalló que por ese motivo “estamos trabajando en lo que serían las indicaciones más precisas, cuándo realmente se requieren y que ante determinados trastornos se utilicen otras técnicas que no sean farmacológicas”.
La doctora contó que “estas medicaciones cada vez se utilizan más en los problemas de la vida diaria cuando su uso debería circunscribirse exclusivamente ante un diagnóstico determinado”, y atribuyó este fenómeno a “la presión de la industria farmacéutica y la cultura de la inmediatez, donde se tolera muy poco el sufrimiento y los tiempos de determinados procesos”.
“Ante malestares de la vida cotidiana”, como puede ser una crisis de pareja, una situación laboral desfavorable o un duelo, “parecería que la respuesta tiene que ser calmar rápidamente el síntoma”, evaluó Rodera y alertó que “muchas veces estas personas que han sido medicadas por alguna situación de estas características pasan años tomando estas medicaciones”.
La psiquiatra explicó que “hoy se sabe que el uso de benzodiacepinas no debería indicarse por más de uno o dos meses”, debido a que “su consumo genera una dependencia psicológica y física y una serie de trastornos que hacen que sea muy difícil su deshabituación”.
“Más allá del uso prudente de psicofármacos también hablamos de los riesgos de la medicalización de la vida cotidiana”, contó Rodera, y adelantó que “tenemos pensado trabajar a lo largo del año con algunos otros fármacos que también podrían entrar dentro de esta problemática”.
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