Por Edmundo Vives (*): En una visión macro, un puerto es un sitio destinado al intercambio, entre el mar y la tierra, de bienes y servicios. Esta denominación puede resultar insuficiente a la hora de querer representar todo lo que ella implica, puesto que en la actualidad un puerto encierra una complejidad de infraestructura y funcionamiento, que va mucho más allá de quienes lo visualizan tan solo como un muelle que alberga buques transitoriamente.
A tal fin se empleará la expresión “Complejo Portuario” (CP) para representar la totalidad de la infraestructura y de las actividades portuarias[1] que se desarrollan en la zona marítima y terrestre que abarca dicho Complejo. Por cierto que las actividades que allí se generan llevan implícito una gran diversidad de actores que integran la trazabilidad del movimiento portuario.
Si al complejo portuario se le suman aquellas actividades que se ejecutan por fuera del mismo, pero que por su naturaleza se las pueden identificar dentro de las necesidades del movimiento portuario, nos encontramos con lo que llamaré un Sistema Portuario (SP). Este sistema resulta abarcador e integrador de las múltiples tareas (por cierto de diferentes disciplinas), que se verifican en la trazabilidad de las propias actividades que engloba el funcionamiento sistémico del mismo.
En el proceso del desarrollo de un SP, sin generar un orden de precedencia, la primera idea que se debe concebir al pensarlo, es poder contestarnos ¿por qué debe existir el mismo? Otra manera es preguntarnos: ¿qué fin o fines tendrá el complejo? En otras palabras, se trata de poner en alto la motivación que lleva a determinar la necesidad del mismo.
Este proceso intelectual no podrá sentarse en un área exclusiva, todo lo contrario, deberá ser participativo de los principales actores (públicos y privados), que intervengan en la trazabilidad de su funcionamiento inicial, buscando desde su comienzo una adecuada visión de crecimiento y, a futuro, de la expansión física del predio. Además, este último aspecto, será un limitante restrictivo a considerar en el paso del tiempo.
Un detalle a considerar en su desarrollo (también de peso relevante) es el impacto ambiental que generará, tanto sea por las obras que contenga (en tierra como en el agua) como también en la propia actividad portuaria. No deberá pasarse ligeramente este aspecto, pues posteriormente entorpecerá la actividad portuaria en forma parcial o en su totalidad.
En una visión estratégica de un sistema portuario, no se podrá lograr su entendimiento integral si no se considera a otros similares dentro del área geográfica dominante (el ámbito regional). Es decir que la conectividad que lo enlaza con otros de la región, definirá el rol dominante en su concepción. Suele decirse en el ámbito marítimo que “los puertos solo se comunican con otros puertos, y entre ellos conforman una red por la cual dialogan en forma permanentemente”.
Para una mejor visualización de cómo está integrado un sistema portuario, se lo podría dividir en tres zonas bien diferenciadas por su ambiente natural, que serán:
Zona Marítima (ZM); destinada principalmente a los movimientos de entrada/salida de los buques al CP y se los puede identificar como los sitios de espera (radas), canales de acceso, escolleras de abrigo, dársenas de maniobras, muelles y boyas de amarre, muelle para reparaciones (astillero/talleres navales), zona de alije, señalización marítima (faros, balizas, radiofaros, boyas, etc.) entre otras.
Esta zona trae aparejada, en la generalidad de los casos, una demanda extensa de superficie de agua, lo cual condiciona en ocasiones su dimensión y complejidad en relación a la ubicación hidrográfica respecto a las aguas libres. Las características hidrográficas (batimetría, mareas, corrientes, peligros a la navegación, etc.) y las meteorológicas (temperaturas, vientos, visibilidad, etc.), influyen directamente en las características técnicas y operativas del complejo. A esto se le debe sumar el tipo de carga a transportar y su modo de operarla.
La actividad pesquera tiene un miramiento especial en relación a un Complejo Portuario, puesto que no debe faltar la previsión (al menos, en la planificación de las obras portuarias) de un espacio para esta actividad, independientemente del empleo principal del complejo. Las zonas de pesca (caladeros y/o acuicultura) no son fijas con el correr del tiempo y contar con un sistema portuario próximo a la zona de pesca siempre resultará atractivo.
Zona Terrestre (ZT); destinada principalmente a las operaciones de carga y descarga de todo tipo de materiales y personas dentro del complejo portuario. Normalmente se la podrá identificar con obras destinadas a: salas de tránsito y espera para pasajeros, salas de primeros auxilios, hospedajes, agencias de turismo, agencias marítimas, sucursales bancarias, sistemas de transporte logísticos, sistemas de comunicaciones, silos, almacenes para mercaderías, tanques cisternas, proveedurías marítimas, astilleros, talleres navales, diques secos para reparaciones, servicios a muelles, sistemas de grúas, planta de agua potable, planta eléctrica, sistema de tratamiento de residuos (normales y peligrosos), sistemas de control de polución, oficinas administrativas y operativas, sistema de seguridad física y defensa militar.
Es interesante destacar, incluso no siendo una obra dentro del complejo portuario, el área externa (hinterland adyacente) donde se recuesta la actividad portuaria. En esta plaza generalmente se asientan servicios públicos y privados asociados a las actividades marítimas, como pueden ser: astilleros, talleres de reparaciones navales, medios de transporte terrestres, proveedurías navales, medios de comunicación, agencias bancarias, agencias de seguros marítimos, agencias marítimas, almacenes de estiba, agencias aduaneras, agencias migratorias, entre otras.
La comunicación de la zona con estos servicios, producto del propio movimiento portuario, sufrirá una notable sobrecarga de tránsito vehicular. Para disminuir este impacto, se deberán diseñar corredores especiales, capaces de absorber el incremento del tráfico portuario pesado, del tráfico normal de la ciudad y de las líneas férreas.
Por lo descripto en los párrafos anteriores, un complejo de este tipo demandará un área extensa para su desarrollo, debido a que deberá necesariamente incluir las futuras ampliaciones que deberán ser planificadas desde su origen. De no haberse previsto, comenzarán a internarse en la zona urbana de la ciudad, ocasionando numerosos inconvenientes en la operatividad portuaria.
Zona Aérea (ZA); si bien esta zona generalmente no está dentro de un CP ni en el hinterland adyacente, disponer de un aeropuerto de características internacionales con capacidad de operaciones de transferencia de personal y transporte de cargas, complementará la jerarquía del sistema portuario. Una terminal aeroportuaria brinda un interesante apoyo a las operaciones logísticas de las compañías navieras.
Contar con una plataforma para apoyo aéreo resulta muy conveniente, pues permite una mejor disposición de las operaciones aéreas de control del tráfico marítimo, como también, ante un siniestro en el mar, realizar operaciones de búsqueda y rescate (SAR) y realizar vuelos para el control de la polución en la zona marítima del sistema.
En la actualidad existen aeropuertos que dan servicios de logística en la cadena de transporte, contando con adecuadas conexiones terrestres (vehicular y ferroviaria) hacia los puertos y ciudades cercanas. Este servicio es requerido normalmente por complejos industriales, en donde sus empresas requieren operaciones de comercio exterior. Para estas empresas, contar con una terminal aeroportuaria de cargas de nivel internacional y un sistema portuario de envergadura, favorece a potenciar su competitividad comercial.
Al comparar un aeropuerto y un complejo portuario, no se deberá enfocar la actividad de cada uno de ellos como una competencia. Todo lo contrario. Es cierto que pueden tener similares objetivos (transporte de pasajeros y carga), pero sus medios y procedimientos para tales tareas son de naturaleza diferente. La integración de ambos, los potencia y los proyecta en forma profesional en el ámbito regional.
Con esta breve exposición, se trata de darle al lector una idea de la complejidad que encierra un sistema portuario. Sus construcciones de envergadura y su actividad multidisciplinaria, hacen necesario contar con un equipo de profesionales que piensen en su presente desarrollo y su futura operación. Por cierto, un sistema portuario es un proyecto a largo plazo, basado en una visión estratégica, donde no debe haber lugar para improvisaciones.
(*) Docente de la UTN – Facultad Regional Tierra Del Fuego - Integrante del grupo de estudios “UTN Antártida Argentina”
A tal fin se empleará la expresión “Complejo Portuario” (CP) para representar la totalidad de la infraestructura y de las actividades portuarias[1] que se desarrollan en la zona marítima y terrestre que abarca dicho Complejo. Por cierto que las actividades que allí se generan llevan implícito una gran diversidad de actores que integran la trazabilidad del movimiento portuario.
Si al complejo portuario se le suman aquellas actividades que se ejecutan por fuera del mismo, pero que por su naturaleza se las pueden identificar dentro de las necesidades del movimiento portuario, nos encontramos con lo que llamaré un Sistema Portuario (SP). Este sistema resulta abarcador e integrador de las múltiples tareas (por cierto de diferentes disciplinas), que se verifican en la trazabilidad de las propias actividades que engloba el funcionamiento sistémico del mismo.
En el proceso del desarrollo de un SP, sin generar un orden de precedencia, la primera idea que se debe concebir al pensarlo, es poder contestarnos ¿por qué debe existir el mismo? Otra manera es preguntarnos: ¿qué fin o fines tendrá el complejo? En otras palabras, se trata de poner en alto la motivación que lleva a determinar la necesidad del mismo.
Este proceso intelectual no podrá sentarse en un área exclusiva, todo lo contrario, deberá ser participativo de los principales actores (públicos y privados), que intervengan en la trazabilidad de su funcionamiento inicial, buscando desde su comienzo una adecuada visión de crecimiento y, a futuro, de la expansión física del predio. Además, este último aspecto, será un limitante restrictivo a considerar en el paso del tiempo.
Un detalle a considerar en su desarrollo (también de peso relevante) es el impacto ambiental que generará, tanto sea por las obras que contenga (en tierra como en el agua) como también en la propia actividad portuaria. No deberá pasarse ligeramente este aspecto, pues posteriormente entorpecerá la actividad portuaria en forma parcial o en su totalidad.
En una visión estratégica de un sistema portuario, no se podrá lograr su entendimiento integral si no se considera a otros similares dentro del área geográfica dominante (el ámbito regional). Es decir que la conectividad que lo enlaza con otros de la región, definirá el rol dominante en su concepción. Suele decirse en el ámbito marítimo que “los puertos solo se comunican con otros puertos, y entre ellos conforman una red por la cual dialogan en forma permanentemente”.
Para una mejor visualización de cómo está integrado un sistema portuario, se lo podría dividir en tres zonas bien diferenciadas por su ambiente natural, que serán:
Zona Marítima (ZM); destinada principalmente a los movimientos de entrada/salida de los buques al CP y se los puede identificar como los sitios de espera (radas), canales de acceso, escolleras de abrigo, dársenas de maniobras, muelles y boyas de amarre, muelle para reparaciones (astillero/talleres navales), zona de alije, señalización marítima (faros, balizas, radiofaros, boyas, etc.) entre otras.
Esta zona trae aparejada, en la generalidad de los casos, una demanda extensa de superficie de agua, lo cual condiciona en ocasiones su dimensión y complejidad en relación a la ubicación hidrográfica respecto a las aguas libres. Las características hidrográficas (batimetría, mareas, corrientes, peligros a la navegación, etc.) y las meteorológicas (temperaturas, vientos, visibilidad, etc.), influyen directamente en las características técnicas y operativas del complejo. A esto se le debe sumar el tipo de carga a transportar y su modo de operarla.
La actividad pesquera tiene un miramiento especial en relación a un Complejo Portuario, puesto que no debe faltar la previsión (al menos, en la planificación de las obras portuarias) de un espacio para esta actividad, independientemente del empleo principal del complejo. Las zonas de pesca (caladeros y/o acuicultura) no son fijas con el correr del tiempo y contar con un sistema portuario próximo a la zona de pesca siempre resultará atractivo.
Zona Terrestre (ZT); destinada principalmente a las operaciones de carga y descarga de todo tipo de materiales y personas dentro del complejo portuario. Normalmente se la podrá identificar con obras destinadas a: salas de tránsito y espera para pasajeros, salas de primeros auxilios, hospedajes, agencias de turismo, agencias marítimas, sucursales bancarias, sistemas de transporte logísticos, sistemas de comunicaciones, silos, almacenes para mercaderías, tanques cisternas, proveedurías marítimas, astilleros, talleres navales, diques secos para reparaciones, servicios a muelles, sistemas de grúas, planta de agua potable, planta eléctrica, sistema de tratamiento de residuos (normales y peligrosos), sistemas de control de polución, oficinas administrativas y operativas, sistema de seguridad física y defensa militar.
Es interesante destacar, incluso no siendo una obra dentro del complejo portuario, el área externa (hinterland adyacente) donde se recuesta la actividad portuaria. En esta plaza generalmente se asientan servicios públicos y privados asociados a las actividades marítimas, como pueden ser: astilleros, talleres de reparaciones navales, medios de transporte terrestres, proveedurías navales, medios de comunicación, agencias bancarias, agencias de seguros marítimos, agencias marítimas, almacenes de estiba, agencias aduaneras, agencias migratorias, entre otras.
La comunicación de la zona con estos servicios, producto del propio movimiento portuario, sufrirá una notable sobrecarga de tránsito vehicular. Para disminuir este impacto, se deberán diseñar corredores especiales, capaces de absorber el incremento del tráfico portuario pesado, del tráfico normal de la ciudad y de las líneas férreas.
Por lo descripto en los párrafos anteriores, un complejo de este tipo demandará un área extensa para su desarrollo, debido a que deberá necesariamente incluir las futuras ampliaciones que deberán ser planificadas desde su origen. De no haberse previsto, comenzarán a internarse en la zona urbana de la ciudad, ocasionando numerosos inconvenientes en la operatividad portuaria.
Zona Aérea (ZA); si bien esta zona generalmente no está dentro de un CP ni en el hinterland adyacente, disponer de un aeropuerto de características internacionales con capacidad de operaciones de transferencia de personal y transporte de cargas, complementará la jerarquía del sistema portuario. Una terminal aeroportuaria brinda un interesante apoyo a las operaciones logísticas de las compañías navieras.
Contar con una plataforma para apoyo aéreo resulta muy conveniente, pues permite una mejor disposición de las operaciones aéreas de control del tráfico marítimo, como también, ante un siniestro en el mar, realizar operaciones de búsqueda y rescate (SAR) y realizar vuelos para el control de la polución en la zona marítima del sistema.
En la actualidad existen aeropuertos que dan servicios de logística en la cadena de transporte, contando con adecuadas conexiones terrestres (vehicular y ferroviaria) hacia los puertos y ciudades cercanas. Este servicio es requerido normalmente por complejos industriales, en donde sus empresas requieren operaciones de comercio exterior. Para estas empresas, contar con una terminal aeroportuaria de cargas de nivel internacional y un sistema portuario de envergadura, favorece a potenciar su competitividad comercial.
Al comparar un aeropuerto y un complejo portuario, no se deberá enfocar la actividad de cada uno de ellos como una competencia. Todo lo contrario. Es cierto que pueden tener similares objetivos (transporte de pasajeros y carga), pero sus medios y procedimientos para tales tareas son de naturaleza diferente. La integración de ambos, los potencia y los proyecta en forma profesional en el ámbito regional.
Con esta breve exposición, se trata de darle al lector una idea de la complejidad que encierra un sistema portuario. Sus construcciones de envergadura y su actividad multidisciplinaria, hacen necesario contar con un equipo de profesionales que piensen en su presente desarrollo y su futura operación. Por cierto, un sistema portuario es un proyecto a largo plazo, basado en una visión estratégica, donde no debe haber lugar para improvisaciones.
(*) Docente de la UTN – Facultad Regional Tierra Del Fuego - Integrante del grupo de estudios “UTN Antártida Argentina”
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