La oportunidad en la crisis: un salto cualitativo adelante. O: más y mejor Democracia | Portal La TDF

La oportunidad en la crisis: un salto cualitativo adelante. O: más y mejor Democracia

Por Osvaldo Lopez Senador Nacional (MC): El desafío del gobierno popular y democrático (y el desafío del pueblo, por ende) ante ‘el problema’ que nos plantean las corporaciones del poder económico concentrado y su brazo mass-mediático, provocando la devaluación de nuestra moneda nacional, es resolver dicho problema ‘tirando por elevación’.
Si lo logramos, al final, el balance podrá arrojarnos que perdimos algo ‘cuantitativamente’ (unos pesos de los bolsillos de las gentes que fueron a engrosar las billeteras de siempre) pero que, sin embargo, ganamos del punto de vista cualitativo. Mientras la ‘victoria’ cuántica es pasajera, el salto de calidad es duradero.
No hay que perder de vista la batalla de fondo en que está encarnizada ‘la corpo’, que no es simplemente por alzarse ahora, fácil y rápido, con los pesos que le arranca a la población maximizando rentas ilegítimas e injustificables que aprovechan la suba del dólar desabasteciendo, primero, para abusar de las remarcaciones de precios, luego.

La pelea del capital concentrado y transnacional es por hacerse de la conducción del gobierno para restaurar el programa neoliberal, clausurando un proceso de promoción popular ascendente, de recuperación de márgenes de bienestar general, por la vía de la recuperación del Estado y de la política como articuladores de los intereses del conjunto de la sociedad, especialmente de las mayorías populares, de la clase trabajadora y de los sectores sociales más vulnerables.

A través de visibles y groseras operaciones (que no se privan de grupos mass-mediáticos que históricamente bancaron las políticas liberales y neo-liberales, sin escatimar en ello complicidades y co-autorías con gobiernos de facto ni con procesos genocidas), la corporación económica/política/comunicacional, genera las condiciones para un ‘golpe de mercado’, empresa a la cual resulta estratégico vaciar al BCRA de reservas de divisas de modo que el Estado no pueda regular el mercado cambiario que, así, quedaría librado a sus manos para devaluar al ritmo de sus voraces pretensiones pero también, y fundamentalmente, para empobrecer multitudes asalariadas a las que pretende levantar en contra del gobierno.

Así, cae el gobierno, vuelve la derecha apátrida (la de las carnales relaciones colonialistas), se clausuran la inclusión social por vía de la ampliación de derechos, la recuperación de la industria y el crecimiento inclusivo con trabajo, la distribución equitativa del producto social, la recuperación de nuestras historia, cultura e identidad… En síntesis pierde la democracia.

Ésa es la disputa: las corporaciones contra el pueblo; el poder fáctico contra la democracia; el mercantilismo contra el derecho. En esa disputa no hay lugar para la neutralidad; debemos tomar partido, no por un/a gobernante, sino por el pueblo, por la democracia, por los derechos.

Tomando la crisis como una oportunidad, debemos resolverla saltando cualitativamente adelante. El aspecto coyuntural de la batalla ya lo ganamos: el BCRA comienza a recuperar reservas, la cotización del dólar se estabiliza, y el mercado paralelo empieza a desaparecer.

La mayor ganancia que nos puede quedar como pueblo, y la mayor derrota que sufrirán las corporaciones del poder fáctico, será el fortalecimiento de la democracia: un pueblo que adquiere conciencia como ‘consumidores responsables’, que no se deja engañar por los operadores mediáticos de una campaña política de desestabilización antidemocrática, que no confunde adversarios porque tiene memoria, que controla los precios, que no compra a los abusadores, que se reactiva en el compromiso participativo, que –en suma- no quiere volver atrás, a un proyecto liberal que detenga el avance de la justicia social y que vuelva a distribuir privilegios entre pocos, reservando para las mayorías el desempleo, la pobreza, el cólera, las cuasimonedas o el trueque para la subsistencia.

Ya se lo dijimos en el ’83: NUNCA MÁS. Se lo volvimos a decir en el 2001: QUE SE VAYAN TODOS. Y se lo decimos ahora y siempre: NI UN PASO ATRÁS. NUNCA MENOS.

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