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YPF: la colonia va por su segunda independencia

La sanción de la ley que nacionaliza YPF obligó a posicionarse en un sentido u otro· Aunque, a las variantes de estar a favor o en contra del proyecto del Gobierno de Cristina, se sumó otra alternativa: el alineamiento con los poderes transnacionales.
No solo se cuestiona la oportunidad, el método, las formas, o los actores de la nacionalización de la empresa, sino también se defiende a quienes vinieron en tren de conquista de los recursos naturales· Como antes vinieron por el oro y la plata, hoy lo hacen por el petróleo y mañana pretenderán hacerlo por el agua
Aunque a algunos ya no les da el cuero, siguen teniendo la misma actitud imperial de antaño
Claro que, como antes y como siempre, los poderosos del mundo necesitan de sus personeros al interior de las regiones factibles de ser saqueadas· Cipayos, en lenguaje nacional y popular.

La España del mil quinientos no es la del siglo veintiuno, pero conserva los rasgos distintivos de lo que fue y es; esa pretendida prosapia distinguida y monárquica
Un profundo conocedor de España, Antonio Machado, la describió tal cual era, y es: La España de charanga y pandereta, /cerrado y sacristía, /devota de Frascuelo y de María… /En vano ayer engendrará un mañana/vacío y por ventura pasajero… /Esa España inferior que ora y bosteza, /vieja y tahúr, zaragatera y triste… /amante de sagradas tradiciones /y de sagradas formas y maneras; /florecerán las barbas apostólicas, /y otras calvas en otras calaveras /brillarán, venerables y católicas…

Esa es la España que reclama, horrorizada, por los intereses vulnerados de una empresa cuyos supuestos dueños son hijos suyos, es decir, súbditos de la Corona. ¡De la Corona! Vale decir del Rey. A esa España, el reloj de la historia le atrasa. Nadie le avisó que la humanidad transita el siglo XXI.

Defendiendo a Repsol, España no defiende a los españoles. Más bien intenta ponerles un pañuelo en sus ojos y desviar la atención hacia afuera de las costas ibéricas habida cuenta de que, fronteras adentro, su política se torna indefendible. El gobierno español, expresa esa España, la descrita por Machado, vetusta y anclada en un pasado que quiso pero no pudo, perdurar en el tiempo como centro mundial de poder. Mirándose en un espejo que le miente.

Pero si existe esa España, existe también, en simultáneo, otra. A la que, también, la describe el poeta: Mas otra España nace, /la España del cincel y de la maza, /con esa eterna juventud que se hace /del pasado macizo de la raza. /Una España implacable y redentora, /España que alborea /con un hacha en la mano vengadora, /España de la rabia y de la idea.

Es la España indignada, que el último primero de mayo, desbordó las calles de las grandes ciudades. Es la España de los más de cinco millones de desempleados. Herederos de quienes construyeron la República. Ellos mismos republicanos. Aún sin saberlo. Es la España que busca verdad y justicia, a partir de la memoria. Que pide revisar el pasado, las atrocidades del franquismo. El desquicio, el terror y la barbarie. Entonces, en algo -en mucho- se parecen españoles y argentinos.

La antesala del 2001 argentino golpea la puerta de España. Más temprano que tarde, le llegará el también argentino 2003. Y esos cinco millones de “gallegos” tendrán también, su 25 de mayo, su estrábico presidente y su mujer coraje.
Más arriba se nombra a esa raza de vendepatria llamados “cipayos”. Vale aclarar que los hay descarados pero también solapados. Más peligrosos, estos últimos. Al fin y al cabo, los sin máscaras van de frente, se individualizan con facilidad. Los otros, con ropaje de corderos acechan como lobos. Por ello, los argumentos de estos últimos para oponerse a la nacionalización de YPF, son zigzagueantes, sin fundamentos válidos, pero vehementes, impregnados de defensa de la seguridad jurídica, de la transparencia de gestión. Esconden, tal vez, intereses inconfesables ligados a poderes supranacionales, las más de las veces. Oponerse sin sostener fundamentos sólidos es ocultar intenciones.

YPF es, a partir de ahora, una empresa con mayoría estatal. Punto de partida para comenzar a retomar la senda de la soberanía energética que garantice la satisfacción de la demanda interna; que vaya en paralelo con el proceso de industrialización comenzado a partir del 2003.
Es Argentina. De TODOS los argentinos. Y la toma de conciencia registrada, de la necesidad que sea nacional, es la garantía que será una empresa plenamente involucrada en el desarrollo económico con una justa distribución de la riqueza.
Los argentinos irán por más. Por todo. Por todo lo que impida avanzar en la construcción de una nación plena de justicia social, soberana en sus decisiones e integrada definitivamente a los países hermanos de la región.
Los argentinos irán por todo. Deben ir por todo, porque, esta vez, ellos mismos están forjando su futuro.

Fuente: Consignas TDF

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