La aparición de algas verdes en las aguas de la Bahía Encerrada sorprendió a algunos vecinos y vecinas de Ushuaia, pero es “un fenómeno natural producto de la combinación de diferentes factores como la abundancia de nutrientes, agua y horas de luz solar”, manifestó el director de Desarrollo Institucional y Participativo de la Municipalidad y licenciado en Ciencias Biológicas Cristián Petracchi, integrante de la Asociación Bahía Encerrada.
El profesional explicó que la Reserva Natural Urbana Bahía Encerrada (RNUBE) “se encuentra sobre la costa central de la ciudad de Ushuaia, donde se desarrollan numerosas actividades humanas que impactan de manera directa e indirecta sobre los recursos que se intentan conservar. Estudiar, manejar y administrar un sistema ecológico inserto en una ciudad, donde confluyen variables naturales, físicas, económicas, sociales, culturales e históricas, resulta muy complejo”.
“En la actualidad, la Bahía Encerrada es un cuerpo de agua salobre somero -tiene 1,5 metros de profundidad máxima-, formado por el aporte de agua salada del canal Beagle y de agua dulce del arroyo Buena Esperanza. Se debe recordar que a partir del año 1948, en que se construyó la pasarela Luis Pedro Fique, la bahía estuvo conformada especialmente por el aporte de agua dulce, lo que permitía que en invierno se congelara y que los vecinos pudieran patinar”, amplió, y agregó que “lamentablemente, esta actividad se vio interrumpida a partir de los años ´80 por la contaminación de sus aguas, fruto de la acumulación del vertido directo de diez caños de desagüe pluvio-cloacal ocasionado por el deficiente funcionamiento del sistema colector cloacal de la ciudad, más los vertidos de particulares sobre el arroyo Buena Esperanza”.
Esto, sostuvo Petracchi, “dio origen a los malos olores, la alteración de la transparencia natural del agua por la carga orgánica en suspensión y la acumulación de sedimentos, representando además un riesgo sanitario para las personas que entren en contacto directo con el agua. Pero lo que para algunas especies puede resultar tóxico o inconveniente (en particular para el Homo sapiens), para otras resulta una oportunidad de crecimiento (en particular, para las algas, o al menos, algunas especies de ellas)”.
En esa línea, apuntó que “si se observa la RNUBE como un ecosistema, todos los elementos presentes tanto bióticos (fauna, flora, bacterias, etc.) como abióticos (agua, sedimentos, vientos, temperatura, luz, etc.), con o sin intervención humana, están interconectados entre sí formando una red de vínculos no siempre tan obvios y deducibles a la mera vista del espectador común. Todos los elementos presentes, deseados e indeseados (físicos, químicos y biológicos) causan un impacto, ya sea positivo o negativo”.
“Para crecer, las algas necesitan agua y nutrientes (en particular, nitrógeno y fósforo, que suelen abundar en los vertidos cloacales). Por ello, en estos días en que se habla de la excesiva presencia de algas en las aguas de la Bahía Encerrada, debe tenerse en cuenta que es un fenómeno completamente natural, dado por la abundancia de nutrientes, las extensas horas de luz y las temperaturas propias de la estación estival”, continuó el licenciado.
En función de ello, “si a las plantas de nuestro jardín las regáramos en forma adecuada y abonáramos la tierra con algún fertilizante, ¿qué esperaríamos?, obviamente que crezcan. Pues eso hacen las algas de la bahía y, dicho sea de paso, todo organismo vivo que encuentra condiciones favorables para su desarrollo. Sin embargo, debe prestarse atención que el exceso de algas se observa sólo en momentos de marea baja. Por otro lado, debe distinguirse el particular olor de las algas como se aprecia en las playas de Puerto Madryn de aquel producido por los residuos cloacales e hidrocarburos en descomposición, estos últimos realmente nauseabundos.
Más allá que seguramente la mayoría de las personas no prefiera ninguno de los dos, el primero es mucho más pasable que los segundos. En el caso de Bahía Encerrada, conviven ambos por la historia ya descripta y se debe entender que, al ser un cuerpo de agua con escasa profundidad, cualquier viento más o menos intenso, habituales en la zona, puede producir la remoción de los sedimentos y hacer aflorar sus aromas, no precisamente de rosas.
No hay que olvidar que todo lo que echamos a la tierra, de algún modo, más tarde o más temprano, llega al agua y, en última instancia, al mar. Nuestros lagos y mares son el reflejo de las ciudades circundantes a ellos”, remarcó.
Además, Petracchi expresó que la Reserva Natural Urbana Bahía Encerrada “hoy en día constituye un Aula a cielo abierto donde el ambiente, la geología, la biología, la antropología, la historia y los problemas de origen antrópico como la contaminación, son algunos de los temas que se abordan durante las visitas que cada año realizan estudiantes de distintos niveles de los establecimientos educativos de la provincia, guiados por miembros de la Asociación Bahía Encerrada, así como en la actividad áulica propuesta por personal de la Secretaría de Medio Ambiente y Desarrollo Sustentable del Municipio, con su Plan de Educación Ambiental”.
Finalmente, recordó que la RNUBE “fue creada hacia fines del año 2009, por Ordenanza Municipal Nº 3631, la cual requería la elaboración de un Plan de Manejo para la misma. La elaboración del Plan fue el resultado de un proceso participativo y multidisciplinario, con una amplia visión de la realidad y de los objetivos a alcanzar, que comenzó en 2013 y culminó en 2018 con la publicación de la primera versión, la cual se encuentra actualmente bajo revisión”.
“Para la primera versión fue fundamental el aporte de la Administración de Parques Nacionales (A.P.N.), la Asociación Bahía Encerrada (ABE), la Asociación de Profesionales de Turismo de Tierra del Fuego (A.Pro.Tur, ex Asociación de Guías), el Club de Observadores de Aves Ushuaia (COA Ushuaia) y el personal técnico de diferentes áreas de la Municipalidad, quienes trabajaron de manera conjunta en cada etapa de desarrollo. Este Plan de Gestión se estructuró sobre el análisis de diversos ejes temáticos que permitieron conocer las bondades del área, sus problemáticas y oportunidades y así definir sus objetivos de conservación y establecer posibles soluciones y acciones en el corto, mediano y largo plazo”, concluyó Petracchi.
El profesional explicó que la Reserva Natural Urbana Bahía Encerrada (RNUBE) “se encuentra sobre la costa central de la ciudad de Ushuaia, donde se desarrollan numerosas actividades humanas que impactan de manera directa e indirecta sobre los recursos que se intentan conservar. Estudiar, manejar y administrar un sistema ecológico inserto en una ciudad, donde confluyen variables naturales, físicas, económicas, sociales, culturales e históricas, resulta muy complejo”.
“En la actualidad, la Bahía Encerrada es un cuerpo de agua salobre somero -tiene 1,5 metros de profundidad máxima-, formado por el aporte de agua salada del canal Beagle y de agua dulce del arroyo Buena Esperanza. Se debe recordar que a partir del año 1948, en que se construyó la pasarela Luis Pedro Fique, la bahía estuvo conformada especialmente por el aporte de agua dulce, lo que permitía que en invierno se congelara y que los vecinos pudieran patinar”, amplió, y agregó que “lamentablemente, esta actividad se vio interrumpida a partir de los años ´80 por la contaminación de sus aguas, fruto de la acumulación del vertido directo de diez caños de desagüe pluvio-cloacal ocasionado por el deficiente funcionamiento del sistema colector cloacal de la ciudad, más los vertidos de particulares sobre el arroyo Buena Esperanza”.
Esto, sostuvo Petracchi, “dio origen a los malos olores, la alteración de la transparencia natural del agua por la carga orgánica en suspensión y la acumulación de sedimentos, representando además un riesgo sanitario para las personas que entren en contacto directo con el agua. Pero lo que para algunas especies puede resultar tóxico o inconveniente (en particular para el Homo sapiens), para otras resulta una oportunidad de crecimiento (en particular, para las algas, o al menos, algunas especies de ellas)”.
En esa línea, apuntó que “si se observa la RNUBE como un ecosistema, todos los elementos presentes tanto bióticos (fauna, flora, bacterias, etc.) como abióticos (agua, sedimentos, vientos, temperatura, luz, etc.), con o sin intervención humana, están interconectados entre sí formando una red de vínculos no siempre tan obvios y deducibles a la mera vista del espectador común. Todos los elementos presentes, deseados e indeseados (físicos, químicos y biológicos) causan un impacto, ya sea positivo o negativo”.
“Para crecer, las algas necesitan agua y nutrientes (en particular, nitrógeno y fósforo, que suelen abundar en los vertidos cloacales). Por ello, en estos días en que se habla de la excesiva presencia de algas en las aguas de la Bahía Encerrada, debe tenerse en cuenta que es un fenómeno completamente natural, dado por la abundancia de nutrientes, las extensas horas de luz y las temperaturas propias de la estación estival”, continuó el licenciado.
En función de ello, “si a las plantas de nuestro jardín las regáramos en forma adecuada y abonáramos la tierra con algún fertilizante, ¿qué esperaríamos?, obviamente que crezcan. Pues eso hacen las algas de la bahía y, dicho sea de paso, todo organismo vivo que encuentra condiciones favorables para su desarrollo. Sin embargo, debe prestarse atención que el exceso de algas se observa sólo en momentos de marea baja. Por otro lado, debe distinguirse el particular olor de las algas como se aprecia en las playas de Puerto Madryn de aquel producido por los residuos cloacales e hidrocarburos en descomposición, estos últimos realmente nauseabundos.
Más allá que seguramente la mayoría de las personas no prefiera ninguno de los dos, el primero es mucho más pasable que los segundos. En el caso de Bahía Encerrada, conviven ambos por la historia ya descripta y se debe entender que, al ser un cuerpo de agua con escasa profundidad, cualquier viento más o menos intenso, habituales en la zona, puede producir la remoción de los sedimentos y hacer aflorar sus aromas, no precisamente de rosas.
No hay que olvidar que todo lo que echamos a la tierra, de algún modo, más tarde o más temprano, llega al agua y, en última instancia, al mar. Nuestros lagos y mares son el reflejo de las ciudades circundantes a ellos”, remarcó.
Además, Petracchi expresó que la Reserva Natural Urbana Bahía Encerrada “hoy en día constituye un Aula a cielo abierto donde el ambiente, la geología, la biología, la antropología, la historia y los problemas de origen antrópico como la contaminación, son algunos de los temas que se abordan durante las visitas que cada año realizan estudiantes de distintos niveles de los establecimientos educativos de la provincia, guiados por miembros de la Asociación Bahía Encerrada, así como en la actividad áulica propuesta por personal de la Secretaría de Medio Ambiente y Desarrollo Sustentable del Municipio, con su Plan de Educación Ambiental”.
Finalmente, recordó que la RNUBE “fue creada hacia fines del año 2009, por Ordenanza Municipal Nº 3631, la cual requería la elaboración de un Plan de Manejo para la misma. La elaboración del Plan fue el resultado de un proceso participativo y multidisciplinario, con una amplia visión de la realidad y de los objetivos a alcanzar, que comenzó en 2013 y culminó en 2018 con la publicación de la primera versión, la cual se encuentra actualmente bajo revisión”.
“Para la primera versión fue fundamental el aporte de la Administración de Parques Nacionales (A.P.N.), la Asociación Bahía Encerrada (ABE), la Asociación de Profesionales de Turismo de Tierra del Fuego (A.Pro.Tur, ex Asociación de Guías), el Club de Observadores de Aves Ushuaia (COA Ushuaia) y el personal técnico de diferentes áreas de la Municipalidad, quienes trabajaron de manera conjunta en cada etapa de desarrollo. Este Plan de Gestión se estructuró sobre el análisis de diversos ejes temáticos que permitieron conocer las bondades del área, sus problemáticas y oportunidades y así definir sus objetivos de conservación y establecer posibles soluciones y acciones en el corto, mediano y largo plazo”, concluyó Petracchi.
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