 En 1976, cuando la dictadura militar argentina inició su brutal baño de sangre y el genocidio mas aberrante de la historia del país, un grupo de mujeres reaccionó con admirable coraje iniciando, paso a paso, un camino de lucha y resistencia que hoy es ejemplo de nobleza y dignidad.
En 1976, cuando la dictadura militar argentina inició su brutal baño de sangre y el genocidio mas aberrante de la historia del país, un grupo de mujeres reaccionó con admirable coraje iniciando, paso a paso, un camino de lucha y resistencia que hoy es ejemplo de nobleza y dignidad.Eran las madres de toda una generación de jóvenes trabajadores y estudiantes, militantes populares que habían sido secuestrados por la salvaje casta militar.
En medio del horror y de la barbarie ellas se fueron levantando, encontrando y reconociendo.
Dándose mutuos consejos, ideas y fuerza comprendieron rápidamente que la lucha individual no daba resultado y decidieron trabajar juntas y organizadamente.
Es así como el 30 de abril de 1977 hacen su primera aparición en la Plaza que luego les daría el nombre y pasaría a ser de ellas para siempre.
No fue esta una fundación sino el despertar, pleno de energías, de quienes eran despojadas de lo que mas entrañamente les pertenecía y el comienzo de una evolución política que las llevará a levantar las banderas revolucionarias de sus hijos, las mismas que históricamente han erguido nuestros pueblos contra la opresión imperialista.
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